lunes, 15 de abril de 2013

MITOS SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA COMPRENSIÓN LECTORA

(Parte I)

I. No se puede leer sobre un tema desconocido

La comprensión lectora es, esencialmente, la interacción entre los saberes o conocimientos previos del lector y la información que nos ofrece el autor en el texto en un contexto sociocultural determinado. Si no hay saberes previos, es difícil construir el significado de un texto

Esta idea puede haber traído algunos malentendidos.

El malentendido más extendido es creer que los conocimientos previos solo tienen que ver con el tema del texto, con lo que muchos docentes solo ofrecen a los estudiantes textos sobre temas conocidos.
Sin embargo, ¿qué sentido puede encontrar un lector al leer un texto cuya información ya conoce? ¿el texto aporta algo nuevo al lector? ¿para qué leer sobre un tema ya conocido por el lector?
Si el docente trabaja en una escuela rural o en una escuela EIB, ¿solo puede ofrecer a los niños y adolescentes textos sobre su entorno cultural?
Veamos:
a) Los conocimientos previos no se restringen solo al conocimiento del tema, sino a las experiencias lectoras, experiencias de vida, a los saberes sobre estructuras o tipos textuales, dominio gramatical de la lengua, prácticas letradas, etc. En otras palabras, puede ser que la jirafa no exista en el entorno del niño (ausencia de la experiencia de vida), pero puede que haya leído algo sobre la jirafa (experiencia lectora). Puede que nunca haya conocido una jirafa ni haya leído nada sobre este animal, pero su experiencia lectora lo ayudará a saber que está ante un posible texto descriptivo o informativo (no es un cuento ni una noticia) y el texto tiene suficientes pistas e indicios como “es un animal”, “de cuello largo”, “el más alto del mundo”, “que llega a comer hojas y frutos de los árboles”, etc. (dominio de la lengua y estrategias de lectura) que le van a permitir construir el significado del texto sobre algo nuevo.

b) En realidad, el descubrimiento sobre un tema desconocido le aporta al niño lector no solo el saber sobre ese tema específico sino una experiencia lectora con sentido. Asimismo, el niño o adolescente lector descubrirá que la lectura le ofrece información nueva, muchas veces interesante, y que, además, el contenido del texto no solo replica la realidad y dice lo mismo que ya sabía, sino que el texto escrito le permite descubrir mundos nuevos.

c) Sí es importante recalcar que el texto, por más complejo que sea, para efectos de procesos de enseñanza-aprendizaje, debe tener ideas claves que permitan que la lectura pueda ser interpretada adecuadamente según la edad o el grado del niño o adolescente.

d) Por otra parte, cuando un lector depende excesivamente de sus conocimientos previos sin considerar adecuadamente la información que le ofrece el texto utiliza una estrategia llamada “no acomodativa”. Es decir, el lector no procesará la información del texto, o no leerá detenidamente al texto pues confía ciegamente en sus conocimientos previos, sin articularlo con la información del texto. Ello tendrá como resultado una comprensión lectora deficiente.

En ese sentido, los conocimientos previos son necesarios para entender un texto pero entendidos no solo como saberes sobre el tema sino experiencias y estrategias lectoras, conocimiento léxico,

II. Se debe disfrutar la lectura de un texto para mejorar nuestra comprensión

Ante el embate de lo audiovisual (televisión, cine, internet) y la pérdida de interés por la lectura de libros, el sistema educativo estuvo muy preocupado porque los niños y adolescentes se motivaran y le cogieran el gusto por leer. El disgusto o displacer al leer un texto parecía ser una de las causas más poderosas de los bajísimos resultados de lectura en una evaluación internacional PISA 2001. Entonces se utilizó como lema que para aprender a leer y comprender un texto era necesario sentirse motivados y, para eso, era importante que el niño sintiera placer por la lectura. Muchos autores consideraron que el mejor tipo textual para ese fin eran los textos narrativos. Ello llevó a que en muchas escuelas del país donde se implementaba el Plan Lector o el placer de la lectura, se privilegiaran los textos narrativos como los mejores textos motivadores e ideales para la enseñanza de la lectura comprensiva. Así se abandonó la diversidad textual.
Este malentendido generó muchas falsas expectativas.

Veamos:

a) No toda lectura genera placer. Leer un texto puede ser placentero para algunos, pero no para otros. Leer un texto no solo es una búsqueda del placer. Leer también es una necesidad. Los niños también necesitan leer textos de las demás áreas curriculares como Ciencia y Ambiente o Matemática. En la vida cotidiana y en las calles, necesitan leer periódicos, enciclopedias, avisos de servicio público. En la vida después de la escuela, las personas adultas necesitamos leer para llenar formularios, informes laborales, editoriales, propuestas políticas para elecciones, etc. No todas ellas nos gustan leer, pero necesitamos hacerlo como parte de nuestra vida ciudadana.

b) El placer de la lectura se ha restringido a los textos narrativos. Sin embargo, muchos textos de otro tipo también pueden generar interés. Podemos leer, con suma atención, una noticia curiosa e inesperada en un periódico, un instructivo sobre un juego que puede motivar a un niño, etc.
En ese sentido, todo texto puede resultar motivador dependiendo de la necesidad del lector y, por otro lado, el disfrute de la lectura es un aspecto muy subjetivo y personal del lector. Cada lector tiene diferentes gustos por determinados temas o tipos textuales.

III. Leer en voz alta asegura comprender bien un texto
Muchos profesores creen que la lectura en voz alta (pronunciación correcta, velocidad lectora, etc.) asegura una buena comprensión lectora. Sin embargo, la experiencia demuestra que cuando leemos en voz alta, nos concentramos más en pronunciar adecuadamente y dar entonación en vez de entender lo que leemos.
Ello se explica porque el objetivo de la lectura en voz alta es el de leer para otro, no el de necesariamente comprender o, por lo menos, eso ya requiere de una lectura más experta. La lectura silenciosa se presta a que el lector se enfoque y tenga como única intención el comprender el texto y esa es la que debe ser parte de cualquier didáctica sobre lectura.
Por otro lado, si leemos en voz alta un texto a los niños y responden muy bien las preguntas que les hacemos sobre la lectura, no implica necesariamente que tengan una buena comprensión lectora del texto escrito, pues el mismo niño no ha leído de forma autónoma el texto y, por lo tanto, no se ha inmiscuido en el proceso de la lectura escrita. En el caso de una lectura en voz alta por un adulto, el niño puede contestar bien las preguntas por una buena comprensión oral, pero no escrita.
Por ello, es importante incorporar al niño o adolescente en el proceso de lectura escrita. Eso pasa por darle relevancia a la lectura silenciosa para luego compartir lo que se ha leído a través de diálogos con el profesor y los compañeros. Esa puede ser una de las estrategias de la enseñanza de la comprensión lectora, pues la lectura silenciosa permite que el niño se concentre en construir el significado del texto de forma autónoma.